sábado, 24 de febrero de 2018

Canadiense en Marbella.


Otra ave foránea se deja ver por Marbella ultimamente. Se trata de este Anseriforme de gran tamaño: la Barnacla canadiense Branta canadiensis, ave de disribución norteamericana, que como otras tantas especies ha sido introducida en varios paises con fines ornamentales.
Aunque existe llegada natural de algunas aves divagantes desde Norteámerica, éstas se suelen localizar en las costas del norte de España. Otra teoria sobre su presencia en nuestro término es que se trate de individuos procedentes de la ya establecida población europea, sobre todo la británica que ya cuenta con varios milllares de estas aves campamdo por sus humedales y costas. Y la otra hipotesis también factible, es que se trate de ejemplares asilvestrados procedentes de algún escape o suelta de algún nucleo zoológico cercano.
Sea como fuere, no deja de ser una especie alóctona -que está catalogada como invasora- y que está comprobado que tiene efectos negativos sobre las aves autóctonas.
Fueron 2 los ejemplares avistados y según mis noticias ya se han visto con anterioridad por el término, lo que lleva a pensar que pudieran llegar a criar, cosa que de momento no se ha confirmado en España, pero que podría llegar a ocurrir si no se toman medidas correctoras a corto plazo.
Indudablemente son aves bellas, pero fuera de su área de distribución natural no deberia permitirse su tenencia, por el peligro a escapes cuyas consecuencias en todo caso, no son positivas para el medio natural.

jueves, 15 de febrero de 2018

Pájaro de invierno.


Hay Aves a los que el adjetivo de invernantes es más aplicable que a otras.. Este es el caso de este bello pájaro, el Mirlo capiblanco Turdus torquatus, un pariente cercano de nuestro omnipresente Mirlo.
Es un estricto invernante en nuestra tierra y más concretamente en nuestra Sierra Blanca, pues es un pájaro muy ligado a las zonas montañosas.
Su área de distribución como reproductor está muy fragmentada, siendo más común en la peninsula Escandinava y norte de las Islas Británicas, pero tambien ocupa zonas montañosas del centro de Europa, e incluso del tercio norte penínsular. En los Pirineos es relativamente común y se va rarificando según nos desplazamos hacia el sur, pero siempre en zonas de montaña de cierta altitud.
Sin embargo como nvernante lo encontramos en áreas de montaña de casi toda Iberia, siendo más frecuente en el este y el sur. Aquí se alimenta básicamente de materia vegetal, siendo un gran consumidor de semillas de enebro y sabina, tan comunes en nuestra sierra. Pero desde luego no desdeña algún jugoso insecto e incluso pequeños caracoles. Incluso algunos ejemplares cruzan en estrecho para pasar el invierno en las montañas del norte de África.La invernada del Mirlo capiblanco es fluctuante según los años y aunque se detecta en Sierra Blanca todos los inviernos, hay años, como este, que su presencia es mucho más numerosa, y si el frío aprieta en latitudes más norteñas, más aún.


lunes, 5 de febrero de 2018

Nuestra Perdiz.

La Perdiz roja Alectoris rufa es una de nuestras más exclusivas Aves. Su área de distribución natural se encuentra en el suroeste de Europa (España, Francia, Italia y algunas islas mediterráneas), aunque con posterioridad ha sido introducida con fines cinegéticos en otros paises.
En Marbella era un ave abundante hacia mediados del siglo XX cuando todavía existian cultivos tradicionales, a partir de ahí su número ha ido disminuyendo y aunque todavia se pueden localizar en bastantes puntos del término, en los últimos años noto un descenso progresivo de sus observaciones. Nuestro país alberga la mayor población mundial de esta especie, que apenas realiza movimientos migratorios, siendo bastante fiel a su territorio.

Tradicionalmente ha sido ave de caza, utilizando para ello diversas técnicas, incluida la caza con reclamo que tenía lugar precisamente en el mes de febrero en que nos encontramos, cuando los machos empiezan el celo y cantan a pleno pulmón; entonces colocándoles un reclamo, estos acuden encelados al canto del rival y eran abatidos a perdigonazos por el cazador, que se hallaba escondido convenientemente en un puesto hecho con matorrales propios del lugar.